lunes, 4 de abril de 2016

Primavera Árabe-Invierno Europeo.


Hace tan solo cinco años asistíamos, entre sorprendidos e ilusionados, al nacimiento de “la primavera árabe”. Sorprendidos, al ver como se extendía rápidamente por países como Túnez, Libia, Siria, Egipto, Yemen, etc. Ilusionados, por ver que ese movimiento popular podría acabar con gobiernos o regímenes que no respetaban derechos mínimos o estaban perpetuados en el poder a lo largo del tiempo. Sorprendía sin embargo que dicha primavera no afectase a otros países como Arabia Saudí, Marruecos, Kuwait, Emigratorios, etc, gobiernos tan o más dictatoriales y negadores de la democracia que los anteriores.

Sin duda, esto ocurría porque detrás de la denominada primavera estaba la mano promotora y potenciadora de EEUU y Europa, que como siempre, buscaba mejorar sus intereses geopolíticos y sobre todo económicos centrados en el petróleo, pero también en minerales estratégicos de alto valor e importancia tecnológica. Para conseguir estos objetivos requerían de gobiernos más flexibles, más sometidos al control occidental y más amigos políticamente.

Tras cinco años, el resultado no puede ser más desastroso. Oriente Medio ha saltado por los aires, todos y cada uno de esos países están inmersos en conflictos internos con cientos de miles de muertos y el nacimiento del Integrismo Islámico en forma de Estado propio. Sociedades enteras, a las que se les prometió la “primavera”, han sido arrasadas. En esa primavera han perdido todos sus bienes, sus derechos y han sido abocadas al destierro. Millones de mujeres, niños/as, hombres han tenido que abandonar sus casas e incluso país y convertirse en refugiadas como única forma de escapar de una mas que probable muerte.

Occidente, EEUU, Europa son responsables directos de esta situación. Fueron los incitadores, manipuladores y quienes sostienen militarmente, todavía hoy, todos los conflictos en Siria, Egipto, Libia, Iraq, Yemen, Afganistán, etc. Su participación directa en las guerras mediante los bombardeos masivos, el suministro de armas o él envío de tropas es lo que permite que estas guerras se prolonguen y que cada día generen miles de muertes y decenas de miles de nuevos refugiados.

Desde el verano pasado la Unión Europea está siendo directamente interpelada por cientos de miles de refugiados, principalmente Sirios, que buscan refugio y protección dentro de nuestras fronteras. Esta nueva situación, a la que no estábamos acostumbrados, ha hecho tambalearse los débiles cimentos humanitarios, solidarios y democráticos sobre los que se ha construido la unión europea, y a la primera de cambio ha sacado su cara más oscura, fría, economista, conservadora y incluso xenófoba que estaba oculta detrás de un falso ejemplar modelo.

Europa está perfectamente preparada para poder atender humanitariamente  a los cientos de miles de refugiados que, jugándose la vida en el Mediterráneo con 4.000 personas ahogadas, intentan llegar buscando asilo como única alternativa a su situación. Europa y el Estado Español, tienen la obligación moral, ética y solidaria de atenderles dignamente y darles asilo. Ello, es además perfectamente posible sin que suponga un quebranto en nuestro cómodo modo de vida. Negar la capacidad del Estado Español para atender a 30.000 refugiados o a Navarra para hacerlo con 400, además de ser falso, es, no querer hacerlo y no atender lo que además de una urgencia humanitaria es una obligación moral y solidaria.

Desgraciadamente, después de ocho meses desde que esta tragedia entro de lleno en nuestras vidas, nada se ha hecho. Salvo loables excepciones de algunos países que han asumido su cupo de responsabilidad, las instituciones europeas han preferido llenar las fronteras de alambradas, cercar a los refugiados y abandonarles a su suerte en tierra de nadie. Los dirigentes europeos no han sido capaces ni tan siquiera de estar a la altura de países como Jordania, Líbano o Grecia, que con muchísimos menos medios y recursos están acogiendo a millones de refugiados. Europa ha acordado que, junto a las alambradas, policías y deportación, pagar a Turquía, país nada democrático y directamente implicado en la guerra masacrando al pueblo Kurdo, 6.000 millones de €, cantidad  tanto o más de lo que costaría atender en condiciones dignas a los refugiados, para que impida mediante la represión y la fuerza que esos cientos de miles de personas puedan salir de Siria y entrar en Europa y si lo consiguen sean deportados.

Ha tenido que ocurrir un drama humanitario de estas dimensiones, para que la Unión Europea y sus instituciones queden al descubierto y muestren su cara más real. La cara del miedo, la frialdad calculada, la insensibilidad frente al sufrimiento, la falta de humanidad ante las personas, el egoísmo frente a la solidaridad y el racismo sobre la igualad. La gravedad que este comportamiento  conlleva es de tal magnitud que, el cuestionamiento de la humanidad, democracia y ética de las sociedades europeas, resulta totalmente justificada. Es por ello, que solo una reacción social y civil contundente puede y debe dar la vuelta y poner fin a esta situación.

La sociedad Navarra, la de Estado Español, la Europea, debemos reaccionar y hacerlo con urgencia. Esa reacción debe ser contundente como única forma de poder doblegar las posiciones políticas y oficiales imperantes y puestas en marcha. Debemos reaccionar ya porque los cientos de niños, mujeres y hombres que están demandando refugio y sufren las consecuencias de la negativa no puede prolongar ese sufrimiento y además no se lo merecen. Debemos reaccionar porque cada día se incrementa en decenas de miles el número de personas que mueren ahogadas en el Mediterráneo, o lo hacen en los campos de afinamiento. Debemos actuar con contundencia porque necesitamos obligar a los estados y sus dirigentes a poner fin a las guerras que han generado y sigue generando tanto dolor y muerte. Porque no podemos seguir soportando que convivan en paralelo el drama de los refugiados y los bombardeos Europeos, Rusos o de EEUU que los provocan.

Nuestro modelo de sociedad, nuestros principios democráticos, nuestra ética humana y nuestra visión solidaria e igualitaria del mundo nunca han estado tan cuestionados como lo están siendo ahora y solo nosotros/as, las personas, podemos salvarlos. Para ello estamos obligados a salir a la calle ya. Salir para demostrar que somos diferentes de quienes nos gobierna y que nos parecemos mucho mas  a quienes sufren y nos están pidiendo ayuda.

(*) Socio del Paris 365. Militante de izquierdas y abertzale. Parlamentario de NA-BAI entre el 2003-2015


                                                      

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