Hace tan solo cinco años asistíamos,
entre sorprendidos e ilusionados, al nacimiento de “la primavera árabe”.
Sorprendidos, al ver como se extendía rápidamente por países como Túnez, Libia,
Siria, Egipto, Yemen, etc. Ilusionados, por ver que ese movimiento popular
podría acabar con gobiernos o regímenes que no respetaban derechos mínimos o
estaban perpetuados en el poder a lo largo del tiempo. Sorprendía sin embargo
que dicha primavera no afectase a otros países como Arabia Saudí, Marruecos,
Kuwait, Emigratorios, etc, gobiernos tan o más dictatoriales y negadores de la
democracia que los anteriores.
Sin duda, esto ocurría porque detrás
de la denominada primavera estaba la mano promotora y potenciadora de EEUU y
Europa, que como siempre, buscaba mejorar sus intereses geopolíticos y sobre
todo económicos centrados en el petróleo, pero también en minerales
estratégicos de alto valor e importancia tecnológica. Para conseguir estos
objetivos requerían de gobiernos más flexibles, más sometidos al control
occidental y más amigos políticamente.
Tras cinco años, el resultado no puede
ser más desastroso. Oriente Medio ha saltado por los aires, todos y cada uno de
esos países están inmersos en conflictos internos con cientos de miles de
muertos y el nacimiento del Integrismo Islámico en forma de Estado propio.
Sociedades enteras, a las que se les prometió la “primavera”, han sido
arrasadas. En esa primavera han perdido todos sus bienes, sus derechos y han
sido abocadas al destierro. Millones de mujeres, niños/as, hombres han tenido
que abandonar sus casas e incluso país y convertirse en refugiadas como única
forma de escapar de una mas que probable muerte.
Occidente, EEUU, Europa son
responsables directos de esta situación. Fueron los incitadores, manipuladores
y quienes sostienen militarmente, todavía hoy, todos los conflictos en Siria,
Egipto, Libia, Iraq, Yemen, Afganistán, etc. Su participación directa en las
guerras mediante los bombardeos masivos, el suministro de armas o él envío de
tropas es lo que permite que estas guerras se prolonguen y que cada día generen
miles de muertes y decenas de miles de nuevos refugiados.
Desde el verano pasado la Unión
Europea está siendo directamente interpelada por cientos de miles de
refugiados, principalmente Sirios, que buscan refugio y protección dentro de nuestras
fronteras. Esta nueva situación, a la que no estábamos acostumbrados, ha hecho
tambalearse los débiles cimentos humanitarios, solidarios y democráticos sobre
los que se ha construido la unión europea, y a la primera de cambio ha sacado
su cara más oscura, fría, economista, conservadora y incluso xenófoba que
estaba oculta detrás de un falso ejemplar modelo.
Europa está perfectamente preparada
para poder atender humanitariamente a
los cientos de miles de refugiados que, jugándose la vida en el Mediterráneo
con 4.000 personas ahogadas, intentan
llegar buscando asilo como única alternativa a su situación. Europa y el Estado
Español, tienen la obligación moral, ética y solidaria de atenderles dignamente
y darles asilo. Ello, es además perfectamente posible sin que suponga un
quebranto en nuestro cómodo modo de vida. Negar la capacidad del Estado Español
para atender a 30.000 refugiados o a Navarra para hacerlo con 400, además de
ser falso, es, no querer hacerlo y no atender lo que además de una urgencia
humanitaria es una obligación moral y solidaria.
Desgraciadamente, después de ocho
meses desde que esta tragedia entro de lleno en nuestras vidas, nada se ha
hecho. Salvo loables excepciones de algunos países que han asumido su cupo de
responsabilidad, las instituciones europeas han preferido llenar las fronteras
de alambradas, cercar a los refugiados y abandonarles a su suerte en tierra de
nadie. Los dirigentes europeos no han sido capaces ni tan siquiera de estar a
la altura de países como Jordania, Líbano o Grecia, que con muchísimos menos
medios y recursos están acogiendo a millones de refugiados. Europa ha acordado
que, junto a las alambradas, policías y deportación, pagar a Turquía, país nada
democrático y directamente implicado en la guerra masacrando al pueblo Kurdo,
6.000 millones de €, cantidad tanto o más
de lo que costaría atender en condiciones dignas a los refugiados, para que
impida mediante la represión y la fuerza que esos cientos de miles de personas
puedan salir de Siria y entrar en Europa y si lo consiguen sean deportados.
Ha tenido que ocurrir un drama
humanitario de estas dimensiones, para que la Unión Europea y sus instituciones
queden al descubierto y muestren su cara más real. La cara del miedo, la
frialdad calculada, la insensibilidad frente al sufrimiento, la falta de
humanidad ante las personas, el egoísmo frente a la solidaridad y el racismo
sobre la igualad. La gravedad que este comportamiento conlleva es de tal magnitud que, el
cuestionamiento de la humanidad, democracia y ética de las sociedades europeas,
resulta totalmente justificada. Es por ello, que solo una reacción social y
civil contundente puede y debe dar la vuelta y poner fin a esta situación.
La sociedad Navarra, la de Estado
Español, la Europea, debemos reaccionar y hacerlo con urgencia. Esa reacción
debe ser contundente como única forma de poder doblegar las posiciones
políticas y oficiales imperantes y puestas en marcha. Debemos reaccionar ya
porque los cientos de niños, mujeres y hombres que están demandando refugio y
sufren las consecuencias de la negativa no puede prolongar ese sufrimiento y
además no se lo merecen. Debemos reaccionar porque cada día se incrementa en
decenas de miles el número de personas que mueren ahogadas en el Mediterráneo,
o lo hacen en los campos de afinamiento. Debemos actuar con contundencia porque
necesitamos obligar a los estados y sus dirigentes a poner fin a las guerras
que han generado y sigue generando tanto dolor y muerte. Porque no podemos
seguir soportando que convivan en paralelo el drama de los refugiados y los
bombardeos Europeos, Rusos o de EEUU que los provocan.
Nuestro modelo de sociedad, nuestros
principios democráticos, nuestra ética humana y nuestra visión solidaria e
igualitaria del mundo nunca han estado tan cuestionados como lo están siendo
ahora y solo nosotros/as, las personas, podemos salvarlos. Para ello estamos
obligados a salir a la calle ya. Salir para demostrar que somos diferentes de
quienes nos gobierna y que nos parecemos mucho mas a quienes sufren y nos están pidiendo ayuda.
(*) Socio del Paris 365. Militante de izquierdas y abertzale. Parlamentario de NA-BAI entre el 2003-2015
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